Tío Alberto

Recién me entero que hace unos días se murió mi tío Alberto. El tío de mi mamá en realidad.
Yo no lo veía mucho (hacía años que no). Vivía en Chacabuco e Independencia.
El sábado pasé por ahí en un taxi y sentí algo raro. Cierta melancolía, cierto miedo, y mucha culpa. Por no verlo. El sábado no era eso sólo: pasaba muchas veces por ahí y la culpa estaba (o la pena de no darme mucho con ese lado de la familia). Pero esta vez el sentimiento era diferente.
Se había muerto el día anterior.

Era muy generoso, muy divertido, el Tío Alberto... un timbero viejo. Me enseñó muchos juegos de cartas cuando era chica. Le encantaba la podrida. Me enseñó el carioca también.
Aunque no lo haya visto los últimos años, cada vez que jugaba al carioca me acordaba de él.
Y lo voy a seguir haciendo.

Estrenando

Bueno... estoy probando esto. Me gusta la idea de escribir lo que voy pensando y/o sintiendo en este blog, también cosas que me pasen aunque no sienta o piense mucho al respecto. No me gusta tanto que se lea, pero bueno... esa es la novedad, no? Una de las situaciones en las que más me siento expuesta, es cuando alguien lee lo que escribo.
Sinceramente prefiero escribir en papel. Además, las mejores ideas y razonamientos se me presentan en el estado entre la conciencia y el sueño, a la noche, en mi cama.
No hay nada mejor que agarrar una birome y un papel y escribir la idea GENIAL que se te aparece entre las sábanas. Aunque al día siguiente no la entiendas o pienses.... esta boludez era la genialidad? Es que es otro estado de mente. A veces, las mejores imágenes vienen en ese estado y a la mañana te sorprende cuánta poesía hay en vos.
Me tengo que comprar una notebook con internet y llevarmela a la cama, así puedo escribir en este blog las genialidades de mi semi-conciencia.