martes, 7 de marzo de 2006

Frío y calor

Estoy en el local. Dejándome envolver por la poesía que hay en la voz y la guitarra de Spinetta.
Tomando mate, sentada, leyendo un libro.
Afuera llueve. Cierro la puerta.
Veo a las viejitas salir del negocio de lanas de enfrente, acomodándose las chalinas o pañuelos sobre sus cabezas para protegerse del viento helado.
¿Qué harán con esa lana? ¿Una mantita para un futuro nieto? ¿Un pullover para algún hijo, que les cebará mates mientras tejen? ¿Una bufanda para una nieta adolescente?
¿Quién las ayudará a ovillar la lana? ¿O lo harán en el respaldo de una silla, que hace tiempo está vacía?
¿Dónde viven?
Siempre me dio curiosidad la vida de los viejitos. Los respeto mucho. Los valoro mucho. Me dan como nostalgia (de esa que es a futuro).
¿Seré viejita alguna vez? Si hablo de lo que pienso sobre eso, la gente que me quiere se enoja. Así que mejor me callo.
Igual, me tengo que callar ahora. Entró una viejita para ver si le quiero comprar sus pullóveres.

2 comentarios:

  1. Orsted_P:
    Exactamente. :)
    Coincido con vos. Es más: en tu lugar, yo me hubiera agarrado un gatito (seleccionando cuidadosamente bajo algún criterio subjetivo del momento), para que ella "siga". O para que valga lo que hizo, en realidad.
    Beso.

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