sábado, 28 de junio de 2008

Señales I

A mis doce años, en un viaje a Buenos Aires, mi mamá tuvo que ir a visitar a unos conocidos de El Bolsón que se habían mudado a Capital, y nos llevó a mi hermano y a mí.
Eran un matrimonio con una chica que tenía un año menos que yo y uno más que mi hermano. No era muy piola, pero era lo que había, así que nos pusimos a jugar y a romper un poco las reglas de sus papás.
No sé qué estaríamos haciendo, pero encontré tres copias de una misma foto entre sus cosas. Eran de un caballo color cremita con un dibujo como de diamante en la frente, mirando a la cámara. Estaba parado frente a un alambrado, y una rama de mosqueta hacía un dibujo frente a su hocico, cual abanico de flores rosas.
Me enamoré de la foto, y la chica me explicó que no conocía al caballo, que era del vecino de la chacra en la que había parado la última vez que había ido a El Bolsón. Pero que le encantó para una foto y que quedaba re bien con la rama de mosqueta.
Al ver tres copias se me ocurrió que me podía regalar una. Se la pedí, y me dijo que no.
Me gustaba tanto, que le insistí mucho. Pobre. Esa insistencia es una de las cosas boludas de las que me arrepiento, porque yo no era así, y menos con una chica que recién conocía. Me terminó dando la foto, sin querer hacerlo.
Y yo la guardé todo este tiempo.

Cuando la gente se enamora trata de compartir todo, y abrirse. El pasado es una parte muy importante durante ese "brindarse al otro", como si al unir presente, pasado y futuro, se inmortalizase ese amor, o se cerrara el círculo cálido que abraza a los dos enamorados.
Yo le mostré a Pablo mi gigante caja de fotos. Y de pronto dijo, muy sorprendido "¡¿qué hacés con una foto de mi yegua?!". No lo podíamos creer. Ahí, entre mis fotos, estaba Rayén, su yegua baya.
Yo la guardaba desde los doce años, y a él lo conocí a mis veintiséis.
Y el espacio a nuestro alrededor nos apretó un poquito más con su calor.

viernes, 27 de junio de 2008

Dos cosas

Primero una oda a mi verdulero.

Cuando voy al mercado chino a comprar verduras, me siento traficando drogas, o jugando a las carreras coordinando todo con un soplón. Resulta que el verdulero trabaja para ellos (no es de él la verdulería, como pasa en algunos de esos mercados), y cuando voy a comprar me asesora en secreto. Yo le digo "tres tomates", y me dice bajito, pasando al lado mío como acercándose al cajón, y levantando las cejas: "seis pesos". Y ahí le digo "eeeh, no. Está bien". O cuando le pido duraznos, me dice mirando hacia los costados "un 7. hace un mes estaban de 10, pero un 7".
Es un capo. Más porque se parece a Kramer de Seinfeld.

Y también, hace un tiempo escribí algunos posts clasificando y describiendo piropos. Me faltó poner un par de antipiropos.

Primero un antipiropo en pregunta de primera impresión, como cuando Chandler le pregunta a su futuro suegro al ayudarlo con el saco si nieva afuera, a lo que el hombre responde "no", mientras Chandler le sacude copitos blancos de los hombros.
Una vez con mi hermana invitamos a cenar a su casa a unos franceses que habíamos conocido. Al entrar Mathew le dice, para hablar de algo: "¿recién te mudás?". Y no.

Otra vez, yo vivía en Estados Unidos y me decidí a amortizar con el uso una camiseta que me había comprado y no me terminaba de convencer. No quería sentirme estúpida por haberla comprado al pedo en la feria de El Bolsón hacía un par de años. Estaba pintada a mano y también con estilo batik. Era demasiado cortita, tenía un piolincito para atar el cuello, y mangas oxford pero no del todo largas. Un asco.
Pero la usé. Y recibí un antipiropo en pregunta creativo inocente. Cuando le abrí la puerta a una de las nenas a las que cuidaba y les enseñaba español, me dice: "oh, ¿fue día de disfraces en tu universidad?" de lo más inocentemente, como esperando que le cuente lo divertido de ese día. Pero le dije "no". Y seguimos con lo nuestro.
Creo que al usarla para no sentirme estúpida, me sentí doblemente estúpida.

lunes, 16 de junio de 2008

Cotidiana

Pablo subió primero al colectivo con el bebé, yo subí y le dije al chofer "dos hasta Ramos". Pagando, miré por sobre mi hombro y había una mano extendida cerca de mi traste con un mate recién cebado. Una chica de los asientos de adelante se lo estaba dando al conductor, un hombre de medio siglo más o menos.

Y siguió así por un rato.

Más tarde me dí cuenta: es el día del padre.
Y me dio mucha ternura.
Y sé que yo habría hecho lo mismo si ese fuera mi papá.

Niño envuelto

No creo que Pablo use corbata muchos años más de su vida, por lo que desde el año pasado aproveché para caer en el cliché "día del padre = corbata", que me parece tierno (porque nunca pude regalar una corbata antes, me crié sin corbatas en mi casa, lo que en realidad es lindo).
Su primer día del padre me até la corbata en la panza, y así se la regalamos.
Este año, directamente le hice un moño a Casiel. Delivery de hijo con regalo.


También hubo desayuno especial, y de regalo más especial un molde de yeso con la impresión de la manito y el pie de Casiel, que nos costó un huevo. Pero fue muy divertido, especialmente cuando el gordito se limpiaba el yeso del pie en mi jogging negro (bueno, sí, de Pablo). Lo pinté de amarillo, naranja y morado, y quedó hermoso. Espero que se seque del todo algún día (me pasé de agua).
Para el desayuno especial hice, entre muchas otras cosas ricas, unas tarteletitas que copié del blog de Mer, que son de Nutella y mandarina y son... indescriptibles.
¡Quiero más!


(foto muy precaria)

jueves, 12 de junio de 2008

Por mi barrio

Sexo



Droga



Y... un peine asfáltico


Este último dedicado a Chizz, que cuando lo vio hace como dos años me dijo que tenía que sacarle una foto.

lunes, 9 de junio de 2008

La gordita, y también el gordito que se caía del techo

Creo que no es bueno que esté usando tanta ropa de Pablo. Joggings, remeras, buzos. Es muy feo que mi ropa ya no me entre o me haga pertenecer a la moda matambre. Tampoco está buena la moda jogging, o "ropa de marido", por lo que creo que me tengo que poner las pilas.

Mi abuelo también, pero con los comentarios o acciones salvajes.

Una vez, a sus 79 años, quería subirse al techo para arreglar la bomba de agua. Su yerno, que vivía con él en ese momento (y al cual no soportaba mucho) se ofreció a subir por él. Desde arriba, le gritó "cortó la luz, ¿no?". Mi abuelo le contestó "seeeeh", pero le dijo en voz baja a mi primo: "minga la corté". Y miraba desde abajo, muy divertido y con cierto sadismo, como esperando a que mi tío grite y se caiga.

Hace unos meses le dijo a mi hermana mayor "¿y para cuando el bisnieto vos? Vos ya no sos mi nieta... vos ya sos una prima para mí".

Demasiado.

Yo ya sé cómo es, así que no me enojé cuando ayer le dijo, a su supuesta ex-nieta mayor: "estás flaca vos. No combinás con tus hermanas".

Carcajada general, un par de puteaditas, y él dice, riéndose de una forma que me da ternura "soy muy directo, ¿no?".

Su comentario no me impidió comerme dos porciones de rogel.

Creo que igual debería tranquilizarme un poco con la comida (dice Margot, mientras se manda la tercer bola de fraile rellena con dulce de leche).

jueves, 5 de junio de 2008

Poné dos pesos

- No, gracias a vos. Esperá a que corte el semáforo para bajar.
- Sí.

- ¿Ahora?
- Sí, ahora. Bueno... (que tengas una) linda tarde.
- Bueno, perdón por el susto de mi marido.
- No, por favor.

-----

Resulta que el otro día nos encontramos con Pablo en el centro médico para darle la vacuna a Casiel. Después de tomar un café, me acompañó hasta un taxi para venir a casa; él se iba en subte de vuelta al trabajo.
Subo, Pablo le dice al taxista "te encargo a mi mujer y mi hijo" medio en joda, casi se olvida la mochila, y se va. Estábamos en el semáforo. Bastantes segundos más tarde, abre mi puerta bruscamente desde afuera y grita "¡les voy a robar todas sus cosas!". Yo no me inmuté (qué mal que cuidé a mi hijo si era en serio). El chofer se dió vuelta bruscamente con cara de no entender nada, y cuando nos reímos, le dijo "¡me asusté!", también riéndose.
¿Habrá una propina por "despliegue de adrenalina forzado e innecesario"? ¿Y por "susto a causa de marido comediante"?
No sé, pero seguro la merecía más que el mozo del café, que al traernos el vuelto comenzó a hacerse el simpático ("me imagino que es de River el niño, ¿no?", y así). Más obvio no podía ser. Y pablo cayó, porque le entró un interés sin precedentes por la propina. Apenas se fue el hombre, me dice, con cara de justiciero: "poné dos pesos".